viernes, 24 de octubre de 2014

Resurrección

Así es, Mme. Baudelaire, hemos resucitado y hemos elegido la mejor fecha para hacerlo, a las puertas de la noche de Samhain. Durante nuestra ausencia han pasado cosas dignas de la mejor película de terror: El clan Pujol se ha convertido en la familia Adam y mientras todos se han llenado los bolsillos (presuntamente) durante no sé cuántos años, el patriarca reclama su exorbitada paga de jubilación; una enfermedad está minando medio mundo y no le hemos prestado ni la más mínima atención hasta que ha tocado a nuestra puerta y se nos ha colado hasta la cocina; después de todo un estío proclamando fecha de consulta, Cataluña se queda donde está, o eso parece; tenemos nuevo rey proclamado ante el brindis soñador por la República de unos y la celebración por la continuidad monárquica para no remover pasado de otros; el paro baja en el trimestre estival, vaya novedad, y se pondrán banderitas de recuperación económica...; La Pantoja irá a la cárcel si nada lo remedia (eso lo quiero ver yo...); el drama de las pateras y las vallas continúa bañado por una violencia repugnante y mientras unos se juegan la vida, gran parte son devueltos como perros apaleados y todos miramos para otro lado... y otras muchas cosas más que han venido a aderezar nuestra existencia con la consiguiente acumulación de mala leche y bilis. Mi pregunta es: ¿Hasta dónde llegará la capacidad de aguante del ciudadano de a pie?


Pero, siempre hay cosas que nunca cambian, y tal y como tú dices, querida, las lecturas nos vuelven a rescatar en los tiempos muertos resucitando nuestro ánimo y tejiendo ese mundo de sueños para nosotros. Ya abordaremos más adelante las obras que han sido nuestra tabla de salvación en medio del mar de agosto. Me gusta tu propuesta de ir incluyendo algún que otro retazo propio entre esta madeja de letras, aunque nunca fui muy dado al género de terror, haremos el intento. Eso sí, cuando hablas de letras y de terror, no puedo evitar pensar en ese texto que de niño me hacía volver a él una y otra vez para deleitarme en su misterio. Te hablo, querida, de “El monte de las ánimas”, de Bécquer. Aún hoy, cuando vuelvo a mi pequeña edición de la infancia de Rimas y Leyendas, siento la misma sensación que entonces y me invade una nostalgia indescriptible. Por lo que éramos, por lo que somos, por lo que hemos cambiado y en lo que nos hemos convertido. Una lectura muy recomendable para estas fechas. ¿Cuál es la tuya?

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