Así es, Mme. Baudelaire, hemos resucitado y hemos elegido la
mejor fecha para hacerlo, a las puertas de la noche de Samhain. Durante nuestra
ausencia han pasado cosas dignas de la mejor película de terror: El clan Pujol
se ha convertido en la familia Adam y mientras todos se han llenado los
bolsillos (presuntamente) durante no sé cuántos años, el patriarca reclama su
exorbitada paga de jubilación; una enfermedad está minando medio mundo y no le
hemos prestado ni la más mínima atención hasta que ha tocado a nuestra puerta y
se nos ha colado hasta la cocina; después de todo un estío proclamando fecha de
consulta, Cataluña se queda donde está, o eso parece; tenemos nuevo rey
proclamado ante el brindis soñador por la República de unos y la celebración
por la continuidad monárquica para no remover pasado de otros; el paro baja en
el trimestre estival, vaya novedad, y se pondrán banderitas de recuperación
económica...; La Pantoja irá a la cárcel si nada lo remedia (eso lo quiero ver
yo...); el drama de las pateras y las vallas continúa bañado por una violencia
repugnante y mientras unos se juegan la vida, gran parte son devueltos como
perros apaleados y todos miramos para otro lado... y otras muchas cosas más que
han venido a aderezar nuestra existencia con la consiguiente acumulación de
mala leche y bilis. Mi pregunta es: ¿Hasta dónde llegará la capacidad de
aguante del ciudadano de a pie?
Pero, siempre hay cosas que nunca cambian, y tal y como tú
dices, querida, las lecturas nos vuelven a rescatar en los tiempos muertos
resucitando nuestro ánimo y tejiendo ese mundo de sueños para nosotros. Ya
abordaremos más adelante las obras que han sido nuestra tabla de salvación en
medio del mar de agosto. Me gusta tu propuesta de ir incluyendo algún que otro
retazo propio entre esta madeja de letras, aunque nunca fui muy dado al género
de terror, haremos el intento. Eso sí, cuando hablas de letras y de terror, no
puedo evitar pensar en ese texto que de niño me hacía volver a él una y otra
vez para deleitarme en su misterio. Te hablo, querida, de “El monte de las
ánimas”, de Bécquer. Aún hoy, cuando vuelvo a mi pequeña edición de la infancia
de Rimas y Leyendas, siento la misma sensación que entonces y me invade una
nostalgia indescriptible. Por lo que éramos, por lo que somos, por lo que hemos
cambiado y en lo que nos hemos convertido. Una lectura muy recomendable para
estas fechas. ¿Cuál es la tuya?
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