jueves, 20 de noviembre de 2014

La música del silencio, una historia inusual

Después de mucha espera, Patrick Rothfuss publicó el pasado 28 de octubre un libro relacionado con el mundo literario del Nombre del viento. La breve historia, La música del silencio, relata una semana en la vida de Auri, personaje enigmático del que poco se sabía. Gracias a esta novela "rara" podemos conocer a este personaje, la Subrealidad y la relación especial que ella tiene con los objetos, con el mundo en definitiva. 

Al principio me sorprendió lo diferente que era de lo que yo esperaba. La historia carece de acción, solo tiene un personaje, Auri, y no cumple con lo que un lector cualquiera espera de cualquier novela y, a pesar de todo, quien ha quedado enamorada, como yo, de esta historia, reconoce en esta novela el núcleo de toda la trilogía. 

Al parecer, Rothfuss estuvo a punto de no publicarla. Pensaba que nadie estaría interesado en publicar algo tan distinto. Finalmente, una amiga suya lo convenció y, mirad por dónde, ha sido una gran elección. Esta historia hace de él un autor distinto, arriesgado, capaz de expresar algo tan difícil como es la ternura que un personaje marginado puede tener con los objetos, pues estos mismos objetos parecen entes vivos con los que ella se comunica. Me pregunto si Auri será determinante para el desenlace del tercer tomo de la trilogía de Kvothe. Sinceramente creo que, en efecto, de ella va a depender mucho el avance del protagonista. Porque dentro de la inquietante personalidad de Auri, en este relato, se descubre un universo inmenso y rico, en el que se vislumbra el secreto de toda la trama de Kvothe. ¿Conoce Auri el nombre de todas las cosas? En caso afirmativo, es un personaje con un potencial descomunal.

Rothfuss, con este personaje, ha dado un paso más y, mostrando esta historia reflejo de personas que han sido dañadas alguna vez, supera con creces a todo ese elenco de escritores de fantasía bélica. Rothfuss es un genio de las palabras y la imaginación. 

Entrad en este universo de Auri, no os arrepentiréis, pero no olvidéis que hay que tener presente lo inusual de la novela, donde ninguna pieza encaja con un puzzle habitual novelesco.


viernes, 31 de octubre de 2014

Sangran letras

¡PI, PI, PI, PI, PI, PI!

Otra vez ese estridente despertador anunciando el comienzo de otro día execrable. Las siete de la mañana. Hoy sin falta tengo que enviar las fotos a la agencia o ya me puedo despedir de más encargos, aún no he terminado de redactar el artículo para El Vigía Moderno y el plazo acaba mañana, tengo que comprar pienso para Gringo, a ver de dónde saco hoy tiempo para llevarlo al parque, la tinta de la impresora también está ya en las últimas.

¡PI, PI, PI, PI!

¡Madre mía, sí! ¡Ya te he oído la primera vez! A ver si llego... Eso me pasa por poner ese cacharro infernal en la otra punta de la mesita, totalmente fuera de mi alcance. Por otro lado, de no ser así, ni con agua caliente me sacaban de la cama. Bueno, organización. La radio, una ducha, un buen desayuno y a pasar el día delante del ordenador, es la condena del freelance. Y, con todo, ya me puedo dar con un canto en los dientes porque mira Manuel, con todo lo que había invertido en poner en marcha el negocio

y claros en el resto de España. Pero no se apuren porque pronto diremos adiós a este verano tardío...

No, el tiempo no, ni noticias, quiero música, no quiero oír hablar más de veroños, de corrupción, de Nicolases, de referéndum, de ébola... Música, algo que no me ponga de mala uva nada más levantarme.

...miles de jóvenes a través de las redes sociales en las principales ciudades españolas para celebrar hoy 31 de octubre la marcha zombi. Así pues, halloween...

¡Mierda! 31, halloween, mañana es el día de los santos y no le he comprado las flores a papá. A mí sí que se me ha ido el santo al cielo. ¡Mierda, mierda! Nada, habrá que apurar, porque sin flores en el nicho no se puede quedar. ¡Vaya campanada que daría! Aunque por otro lado, así la Angelitas tendría algo que criticar, como le gusta poco darle a la sin hueso con ese corrillo de viejas metomentodo... No, ni hablar. De ninguna manera. Voy a dejar de jugar ya con el dial de la radio y pongo el Spotify, así acabamos antes. La playlist mañanera en el móvil y a la ducha...

With the ligths out, it's less dangerous, Here we are now; entertain us. I feel stupid and contagious, Here we are now; entertain us... ¡Guau, guau!

¡Hola, chico! Buenos días, al menos para ti, porque el mío no se presenta muy agradable. A ver, grandullón, quita de encima, deja que me levante de la cama. No, los calcetines, no. Ven, toma, vamos a desayunar. Siéntate. Muy bien, aquí tienes.

¡Guau, guau!

Cada día está peor el tráfico. Mira, esa es una de las ventajas de ser freelance y trabajar en casa. Nada de atascos, nada de semáforos, nada de ruidos de claxon, de gente que pierde los nervios a insultos que vuelan a través de las ventanillas y retrovisores. Uf, cómo está todo, odio este frenético ir y venir de gente en vísperas de algún festivo. Parecen hormigas errantes con sobredosis en busca del último terrón de azúcar del capitalismo. Porque es lo que hay, esa es la máxima que nos dirige, el capitalismo. Si no hay más que mirar los escaparates... Halloween, vaya invento... Que sí, que si te paras a pensarlo detenidamente, no es técnicamente una fiesta norteamericana, su origen está en los antiguos celtas y la celebración del solsticio de Invierno y el final de la cosecha. Pero estos norteamericanos se apropian de todo, y el resto del mundo baila a su son como palomillas acercándose a la radiación, es innegable. ¡Qué barbaridad! Mires a donde mires todo igual. Vitrinas cubiertas con telaraña falsa, calabazas en los escaparates, ofertas en disfraces de temática de terror y no quiero ni pensar en el precio de las flores hoy, eso sí que me va a dar terror. Pero, ¡qué veo! Parece que halloween no ha pasado por aquí. ¿Desde cuándo está esta tienda abierta? Rliquias. El que le puso el nombre se quedó en la gloria... Esta modita horrible que se está expandiendo como un virus de escribir mal a conciencia, como si borrar letras de una palabra la hiciese más exótica, qué estupidez. Pero...

—Caballero, disculpe, ¿me deja espacio para pasar con el carrito?

Uff, me he quedado plantado como un pasmarote en medio de la calle mirando el escaparate. Pero una cosa así no se ve todos los días, es el mismo modelo que usaba papá. Sí, ya sé que las hay más antiguas y que su valor real no es muy elevado, pero para mí tiene un valor simbólico y sentimental impagable. ¿Sonará igual que la de papá? Aún recuerdo como me pasaba el día jugando a pata palo, subiendo y bajando por las escaleras que llevaban al desván a la pata coja siguiendo el ritmo de las teclas de su irrefrenable Olympia. La que me cayó aquel día. Papá había implantado su despacho arriba del todo, allí en el desván. Ese día estaba muy nervioso, no sé por qué, y el martilleo de la Olympia castigando el papel era frenético. Papá ya me había reñido por el ruido que hacía jugando en la escalera. Pero yo quería bailar al paso de su Olympia, arriba, abajo, arriba, abajo, una cacería en la que yo me soñé cazador y resulté ser la presa. En uno de los compases, marqué mal el pie y la melodía se derrumbó conmigo escaleras abajo. Acabé con una pierna rota y un chichón en la cabeza, pero lo que más me dolió fue la dura y fría mirada de papá. No me dirigió la palabra. Hasta que ocurrió lo que ocurrió. Tal vez ese fuese el preludio de lo que pasaría. Pobre papá. Tengo que hacerme con ella. Pero primero las flores, las cosas tienen su justo orden y hay que hacerlas bien. A ver qué pellizco se me va en los arreglos florales y luego le echaremos un vistazo a esta maravilla.

—Gracias y vuelva cuando quiera. Y que las musas le sean propicias.

¡Ya es mía! Y qué ganga, no me lo puedo explicar. Lo de las flores sí, un atraco en toda regla. El mismo encargo en otra fecha costaría la mitad, pero es culpa mía. Dejar todo para el último momento tiene sus consecuencias. De todas formas, no nos vamos a poner remilgados a estas alturas, una vez al año no hace tanto daño. No quería coger el coche pero estoy pensando que antes de meterme en casa definitivamente, voy a llevar estas flores y ya lo dejo todo hecho. Pongo la Olympia en el maletero y luego la subo a casa. La Olympia... aún no me lo creo, parecía como si la dueña de la tienda estuviese deseando deshacerse de ella porque el precio más reducido no podía ser. Mejor para mí. Es como tener un trocito de papá de nuevo en casa. Aunque a última hora la duda casi me juega una mala pasada, me han venido a la cabeza todas las sesiones con el terapeuta después de lo que pasó y a punto he estado de dejarla allí. Y es que la mente de los niños es un torbellino y allí todo es posible, incluso las cosas más absurdas. Recuerdo que, después de aquella caída de papá por las escaleras que desembocó en traumatismo craneoencefálico y su posterior fallecimiento, volqué toda mi frustración, mi apatía, mi ira, en aquella máquina de escribir. Hasta el punto de culparla de la caída de papá, vaya sandez. Tuvimos que deshacernos de ella, no podía vivir en aquella casa sabiendo que en esa habitación, justo en la cima de la escalera, estaba la Olympia, y mi padre ya no la haría funcionar nunca más. Por las noches, el martilleo de las teclas sobre el papel invadía mis pesadillas y despertaba bañado en sudor y gritando como un poseso. Sin embargo ahora, desde la visión de un adulto, todo se ve diferente. No sabía que la echaba tanto de menos. Qué rápido he llegado al camposanto. El tiempo parece discurrir a otro ritmo cuando tus pensamientos andan ensimismados en sucesos del pasado. Bueno, una visita rápida para dejar las flores y a casa. Aún me está esperando la hoja en blanco para el artículo de El Vígia, qué desidia...

—¡Tres euros, anda, María, mira que baratos los traigo! ¡El ramito de claveles tres euros!

Ya hasta los cementerios se convierten en mercadillos. Si te paras a pensar, esto de dedicarse a oficios de la otra vida es un campo laboral digno de explorar, porque vaya si sale caro morirse. Entre lo que le pagas al seguro todos los años, que si el impuesto al ayuntamiento por la propiedad del nicho, que si las coronas de flores, el día de los santos que pareciera que las flores son de oro... A veces pienso que algunos de estos comerciantes del más allá se aprovechan de la pena de los familiares para vender productos a precio de lujo. Porque vaya si estaba caro el farolillo que había en la tienda de al lado del cementerio, justo donde tenía el coche aparcado. Es imposible que la elaboración de un producto así resulte tan cara como para tener que venderlo a ese precio. Y al final para qué... Si el que está ahí dentro ya ni siente ni padece, lo mismo le da tener flores, tener farolillos de oro en la lápida que una vela de los chinos. Ante la muerte todos somos iguales, muertos. Y ya los de este lado, nada podemos hacer. Por eso el tiempo, que es tan hijo de puta, nos deja toda una vida por delante, para poder hacer en ella lo que tengamos que hacer, regalar flores, hablar con franqueza, querer de verdad, visitar más a nuestro seres queridos, porque después en la muerte, todo eso ya no cuenta. ¿Dónde habré metido las llaves? Aquí están.

¡Guau, guau!

¡Grandullón! ¿Me has echado de menos? No, quieto, abajo, hazte a un lado que esto pesa, Gringo. Aparta, chico. Mira que preciosidad traigo. Sí, no me lamas, espera que lo abra. ¿Qué me traes, la pelota? Toma, ve a buscarla. A ver si así me deja tranquilo un rato. Vamos a sacar del maletín esta monada. Sí, es perfecta. Y está perfectamente engrasada. Las teclas vuelan. Creo que voy a estrenarla escribiendo el artículo para El Vigía Moderno aquí, aunque luego tenga que digitalizarlo. Ya tengo hasta el título pensado. Tal vez esto de cambiar de método de escritura estimule mi imaginación y consigamos que las musas vengan a susurrarnos detrás de la oreja más a menudo de lo que lo hacen. Unos folios. A ver, supongo que esto será para marcar los márgenes y esto otro, para enderezar el folio, así, perfecto. Hoja en blanco preparada. Voy a preparar un té antes de sumergirme en plena faena.

¡¡Grrrrrrr, grrrrrrr!! Tac, tac, tac, tac, tac, tac... ¡¡Grrrrrrr, grrrrrrr!! ¡¡Guau!!

Gringo, ¿qué pasa? ¿Dónde estás? Ah, estás aquí. ¿A qué le gruñes? No, quieto, tranquilo. Vale. ¿No ves que no es más que una máquina de escribir? Ven, mira. No es nada. Tranquilo. Ven, vamos a acercarnos. Así, espera, ven, te voy a enseñar cómo funciona para que te familiarices con el ruido. Siéntate. Pero... ¿Qué? NO PUEDE SER...


Te llevaré conmigo igual que me llevé a tu padre.


With the ligths out, it's less dangerous, Here we are now...



¿FIN?






Feliz Halloween



Que vuele el terror y la muerte sea por una noche algo divertido,
que los muertos sean vivos y los vivos, muertos,
así no habrá fronteras entre El Más Acá y El Más Allá,
porque desde el blog os deseamos un feliz día,
donde las velas os guíen y las palabras surjan de repente,
para que escribáis siempre y que resucitéis a los que ya no viven
con recuerdos, con historias.

Feliz Halloween.


jueves, 30 de octubre de 2014

El chico de apple

Cuando cae la noche despiertan los muertos o eso dicen. Nunca presté atención a semejantes bobadas, hasta que ocurrió lo que no debía haber ocurrido jamás. 

Hace poco tiempo se me rompió el ordenador y decidí por razones obvias comprarme uno nuevo. Lo cierto es que adquirir cualquier objeto nuevo, que suponga un gasto importante de dinero, merece su cierta reflexión. Estuve barajando muchas opciones y al final no pude resistirme al encanto de los ordenadores de la manzanita. Marc me dijo: "Compra un mac y habrás triunfado." Y así fue, triunfé. Lo que no esperaba en absoluto era que aquello me iba a deparar extrañas situaciones. Las manzanas desde siempre han sido relacionadas con lo malo. 

Todo iba bien hasta que llegó la noche de Halloween. Entonces sucedió algo raro. Aquella noche estaba un poco estresado porque tenía que entregar un importante trabajo para la universidad y, por alguna razón, no conseguía concentrarme del todo, así que decidí salir a dar un paseo. Antes de salir, me metí en el bolsillo caramelos, necesarios para no sufrir un alud de huevos podridos, ya sabéis, el famoso ¿truco o trato? Siempre me han sentado muy bien las largas caminatas solitarias. No sé si es el aire fresco que da alas a las ideas muertas o si es el simple hecho de que dejo de pensar en todo, lo que me permite luego avanzar a una velocidad de trueno. La cuestión es que esa noche el paseo no fue todo lo sensacional que esperaba. Las calles estaban llenas de huevos podridos, caramelos, gente disfrazada... Había todo lo que uno puede imaginar una noche de halloween. Absorto en mis pensamientos, iba yo por la ribera cuando algo me sorprendió.

¿Un niño con una manzana iluminada?

Os preguntaréis qué tiene de especial eso. Me resultó raro. El niño llevaba una máscara de muerto y una gabardina como las que llevan los detectives en las películas antiguas. Y con ese atuendo sucio y repleto de telarañas lo suyo y lo normal habría sido que en la mano llevara un cuchillo falso, excelente imitación de uno de carnicero, y una calabaza con su respectiva vela. 

Pero no. No tenía ni falso cuchillo ni calabaza. Llevaba un móvil en una mano y en la otra, una manzana brillante, que tenía ojos triangulares diminutos y una pequeña sonrisa un tanto terrorífica. 

Aquella imagen inusual me sacó de mis ensimismamientos y me vi arrastrado a acercarme al muchacho. 

- Hola, chaval. ¿Quieres unos caramelos? 

El niño enmascarado se detuvo, me miró directo a los ojos y un escalofrío me recorrió por completo. Aquella mirada me pareció extraña. No había brillo, solo una negrura profunda. Sentí miedo, pero me forcé a tranquilizarme. Aquello debía ser una tontería mía; seguro que era el efecto del trabajo, mezclado con aquella noche fantasmal. Dicen que no hay nada más poderoso que la mente. No sabría concluir si eso es verdad o no, lo que sí puedo dictaminar es que cuando la cabeza se pone en funcionamiento uno se vuelve esclavo de sus designios. Sin duda los dioses habitan el cerebro. Mi cabeza podría haber sido el Olimpo, pero terminó siendo el Hades, porque, después de ver aquellos ojos carentes de luz, solo veía muertos por todas partes. No esperé a escuchar la respuesta del muchacho de la manzana, me di media vuelta y me dirigí en dirección hacia mi casa. Ya no quería seguir mi paseo nocturno. Quería solo escapar de las garras de las sombras, escapar de lo que estaba estimulando mi imaginación. Halloween es la noche de la imaginación. Por el camino me crucé con todo tipo de criaturas. ¡Eran tan reales! El maquillaje hace milagros; es la magia que desapareció. Hace cosas que nada más puede hacer. Metamorfosea a quien conoce la ejecución de sus polvos mágicos y el conjuro de su correcta aplicación. 

Aquella noche vi muertos. Eran muertos de verdad, recién salidos de la tumba, tenían barro en las articulaciones y los huesos chirriaban como las bisagras de una puerta de castillo que no ha sido engrasada durante siglos. 

Al llegar a casa me tomé una tila doble. Necesitaba relajarme. Tenía que terminar aquel dichoso trabajo y dormir, descansar lo antes posible, marcharme al mundo de los sueños, donde podrían desaparecer todas aquellas imágenes de muertos que ahora me perseguían por todas partes. Necesitaba dejar de pensar en aquel niño de la manzana iluminada y el móvil. 

Tras varios intentos logré concentrarme. Tenía el ordenador encendido y justo cuando seleccioné la opción de guardar el documento apareció la manzana. 

La manzana iluminada.

La pantalla se puso negra por completo. Volvió a aparecer la manzana con los ojos triangulares diminutos y la sonrisa etrusca. Noté una presencia detrás de mí. Me giré y ahí estaba. El niño del parque estaba ahí. Se abrió la gabardina y un mar de gusanos se desprendió de su torso. Quise huir. Aquello no podía estar pasando. Y sin embargo pasaba. En un arranque de desesperación, grité, fui a la cocina y, cuchillo en mano, regresé al salón, donde no encontré a nadie más. No había rastro de gusanos ni niño con manzana. Lo único que había allí era mi mac con la pantalla destrozada. 

Los días han discurrido, después de aquella noche, en total normalidad. No sé si aquello fue producto de mi imaginación ni si fui yo mismo quien rompió la pantalla del ordenador. No pude entregar el trabajo. Me he quedado sin ordenador. Y tengo terror a las manzanas. Ahora a veces tengo la sensación de verlas por todos lados. 

Esta mañana sin más en la mesita de noche había una manzana roja podrida. Lo peor de todo es que tenía un gusano. Me estoy obsesionando o no. "Tengo algo aquí."

¿Qué es esto?, grito. 

No sirve de nada gritar cuando tu propia mano se deshace en gusanos, cuando la pesadilla se vuelve realidad.


sábado, 25 de octubre de 2014

La ubicuidad del miedo




Así a bote pronto, Mr. Hyde, solo se me ocurre la fabulosa trilogía de El ciclo de la luna roja de José Antonio Cotrina, cuyo comienzo coincide con la cosecha de Samhein, la noche de halloween. De esta trilogía me sorprendió mucho la capacidad imaginativa del autor y su tremendo poder visual. Podría decir que he estado realmente en ese mundo que describe, inmersa en su oscuridad, mirando la catedral imponente y la llegada de su enorme luna roja. Es fácil imaginar una luna roja cuando has visto un eclipse lunar, como el que tuvimos la oportunidad de ver hace apenas unas semanas. 

Si tuviéramos que regresar a la Edad de las cavernas, puedo vislumbrar el terror que una luna roja y colosal podía provocar en aquellas personas carentes de explicación para tal fenómeno. 


En la novela de Cotrina, más que miedo o pavor, uno siente envidia, porque él ha sido capaz de crear un mundo que más de uno quisiera escribir. Lo que yo tuve fue muchas ganas de saber lo que iba a ocurrir, cómo terminaría todo, cómo su trepidante ritmo marchaba sobre los latidos de mi corazón y me lo estrujaban a cada línea que leía. Pero no es algo que solo haya conseguido en estas novelas, ni mucho menos. Cotrina se supera a cada novela que va publicando. Con la canción secreta del mundo Cotrina te mete de repente en una historia cargada de criaturas fabulosas y únicas que luchan por sobrevivir en un mundo muy complicado, que en gran parte es nuestro propio mundo. Imagínate, por un momento, que no recuerdas nada de tu infancia y que, en un momento dado, todo tu mundo se da la vuelta y debes afrontar una aventura épica para escapar de las garras de tu pasado que surgen, de súbito, de las sombras; las sombras que han poblado todos tus recuerdos olvidados y que, conforme se van despejando, en lugar de luz aparece todo un manto de niebla más oscura y una negrura superior a la del olvido. La protagonista se verá obligada a luchar con su lado maligno y un lado humano que se ha inventado. Es sin dudas una gran novela, una historia repleta de fantasía y terror, incluso de amor. 

Cotrina sería una buena opción para esta semana, si os interesa la fantasía unida a la perversidad y las atrocidades. 

Y hablando de ti, ¿Has leído Hyde de David Lozano Garbala? Haciendo honor a tu propia historia, Mr. Hyde, David escribe una historia entorno a un proyecto de lectura basado en los mensajes subliminales y en una casa alejada de todo, con las excusa de no tener distracciones. ¡Qué poder tiene lo subliminal! Jamás habría pensado que podemos ser tan maleables. En este caso, la lectura terminará siendo lo menos importante y el terror se instalará en el corazón del lector que no sabrá hasta el final quién ha organizado todo y quién es el asesino. Cuando uno mismo es incapaz de saber lo que ha hecho la noche anterior, lo atroz puede colmar todo tu ser. Te recomiendo que la leas, señor Hyde. Una dama como yo tal vez no haya sentido el terror que alguien como tú ha podido padecer, pero yo he conocido el dolor que se padece al ver cómo su hijo se muere en vida, a pesar de su escape literario. Su spleen no lo salvó y yo lo sufrí. Puedo asegurar que el miedo es el sentimiento más terrible que uno puede sentir en sus carnes. Y lo que es aún peor, el miedo está en todas partes.
El miedo está aquí mismo...

viernes, 24 de octubre de 2014

Resurrección

Así es, Mme. Baudelaire, hemos resucitado y hemos elegido la mejor fecha para hacerlo, a las puertas de la noche de Samhain. Durante nuestra ausencia han pasado cosas dignas de la mejor película de terror: El clan Pujol se ha convertido en la familia Adam y mientras todos se han llenado los bolsillos (presuntamente) durante no sé cuántos años, el patriarca reclama su exorbitada paga de jubilación; una enfermedad está minando medio mundo y no le hemos prestado ni la más mínima atención hasta que ha tocado a nuestra puerta y se nos ha colado hasta la cocina; después de todo un estío proclamando fecha de consulta, Cataluña se queda donde está, o eso parece; tenemos nuevo rey proclamado ante el brindis soñador por la República de unos y la celebración por la continuidad monárquica para no remover pasado de otros; el paro baja en el trimestre estival, vaya novedad, y se pondrán banderitas de recuperación económica...; La Pantoja irá a la cárcel si nada lo remedia (eso lo quiero ver yo...); el drama de las pateras y las vallas continúa bañado por una violencia repugnante y mientras unos se juegan la vida, gran parte son devueltos como perros apaleados y todos miramos para otro lado... y otras muchas cosas más que han venido a aderezar nuestra existencia con la consiguiente acumulación de mala leche y bilis. Mi pregunta es: ¿Hasta dónde llegará la capacidad de aguante del ciudadano de a pie?


Pero, siempre hay cosas que nunca cambian, y tal y como tú dices, querida, las lecturas nos vuelven a rescatar en los tiempos muertos resucitando nuestro ánimo y tejiendo ese mundo de sueños para nosotros. Ya abordaremos más adelante las obras que han sido nuestra tabla de salvación en medio del mar de agosto. Me gusta tu propuesta de ir incluyendo algún que otro retazo propio entre esta madeja de letras, aunque nunca fui muy dado al género de terror, haremos el intento. Eso sí, cuando hablas de letras y de terror, no puedo evitar pensar en ese texto que de niño me hacía volver a él una y otra vez para deleitarme en su misterio. Te hablo, querida, de “El monte de las ánimas”, de Bécquer. Aún hoy, cuando vuelvo a mi pequeña edición de la infancia de Rimas y Leyendas, siento la misma sensación que entonces y me invade una nostalgia indescriptible. Por lo que éramos, por lo que somos, por lo que hemos cambiado y en lo que nos hemos convertido. Una lectura muy recomendable para estas fechas. ¿Cuál es la tuya?

martes, 21 de octubre de 2014

De nuevo

Seguimos vivos. Tras una primavera y un verano de duro trabajo, Mr. Hyde y yo podemos decir que hemos sobrevivido al temporal de turistas y al calor pegajoso de los veranos casi africanos de estas latitudes. Podríamos decir sin equivocarnos que los libros nos han vuelto a salvar. Cuando los glaciares acechan las proas de la vida estresante y agobiante, ahí están siempre nuestros mares plagados de letras y los intensos oleajes de poesía para darnos el impulso que nos permite esquivar todas las dificultades.

¿Qué piensas, Mr. Hyde?

A lo largo de las próximas semanas retomaremos el rumbo de este espacio y os contaremos nuestras impresiones con respecto a nuestras lecturas veraniegas y os aconsejo que el 31 de este mes toméis mucha tila, porque os auguro una buena dosis de terror. En honor del dios Samheim os regalaremos dos historias propias. Sí, amigos, vamos a introducir también textos nuestros. 

Las puertas de las letras se vuelven a abrir. Mirad bien, algunas de esas letras ya se están fusionando y parecen estar formando siluetas aterradoras. El 31 veremos qué nos narran estas letras corpóreas. 

Un saludo.


sábado, 15 de febrero de 2014

Hablar solos de Neuman

A lo largo de la historia de la literatura no ha habido época en la que no se tratara el tema de la muerte. Conocemos muertes literarias tan célebres como la de Áyax, Héctor, Dido, entre otro centenar más. Asimismo muchos autores se ocuparon del tema de la enfermedad. En cambio no recuerdo que antes de Andrés Neuman alguien hubiera hablado no del enfermo que ya de por sí es tema interesante y muy explotable a nivel literario, sino del cuidador de enfermos, esas personas que acompañan a la persona enferma en su desgracia, le dan cariño, calor, conversación, apoyo y ayuda. Le ofrecen su tiempo y sufren con ellos tanto o más incluso. 

En Hablar solos, Neuman hace un análisis de esta situación y lo hace con la mayor naturalidad posible. El protagonista, enfermo de cáncer, desea realizar una última hazaña antes de morir: viajar en su camión con su hijo, realizar una última entrega y compartir la experiencia con su retoño, del mismo modo que su padre le mostró el mundo del camión a él, como una tradición necesaria. Mientras esto ocurre, la mujer del prota se queda en casa con la preocupación. En un principio sufriendo, luego intentando recuperar su vena literaria a través de varias lecturas y cayendo en los entresijos de la infidelidad y la mala consciencia.Todo ello al mismo tiempo que el niño descubre el mundo a su manera y se burla de lo nefastos que son sus padres para las tecnologías. Los tres hablan solos. Los capítulos se alternan según cada persona habla para sí misma. Así nosotros penetramos en sus sensaciones de manera efectiva y llegamos a sentirnos como un hombre con cáncer que lucha por ocultarlo al hijo, una mujer con ansias de vivir y un niño que se cree con poderes. 

El recurso literario de la introspección múltiple ha sido elegida y utilizada con éxito en esta pequeña historia. No podría imaginarla de otro modo. Fracasaría una narración contada desde una sola perspectiva y desde fuera. Sin embargo, en este caso, donde se busca la máxima interacción del lector con los personajes, va Andrés y nos introduce en los ojos de cada uno de ellos y nos hace pensar como ellos y entender cada una de sus razones, el por qué de sus actos. Uno acaba la historia con el sentimiento de tristeza, alegría, distancia, incredulidad... y roza el límite de la locura lectora, de querer empezar el libro de nuevo, de no perder detalle, de sacar el lápiz de color para subrayar tanta buena frase, tanta reflexión, tanta verdad sobre la muerte, la vida, el placer, la desgracia, la inocencia. Yo estuve a punto y no lo hice, pero acabaré haciéndolo, porque desde que leí el libro no soy capaz de sacarme la espina que se me hincó con el punto final. 

La historia de Lito, Elena y Mario nos cala y se nos mete en los huesos irremediablemente. Yo me perderé de nuevo en la voz de sus consciencias. Os aconsejo que también lo hagáis, porque con ello entrareis en un mundo lleno de sabiduría humana, capacidad para hacer frente a la muerte. Hablemos solos, mientras hablamos a través de ellos. Eso es algo que nadie puede quitarte, la voz interna.

viernes, 10 de enero de 2014

Los más esperados del 2014



Aprovechando el estreno del nuevo año hemos querido escribir una pequeña entrada en nuestro blog sobre algunos de los libros que, desde nuestro punto de vista, son de los más esperados por l@s lector@s. Tenemos la confirmación de que alguno de estos verán la luz en 2014, en el caso de otros, la fecha de publicación sigue siendo un enigma aunque ciertos rumores en el mundillo de la edición dan por sentado que podremos disfrutarlos en algún momento de estos 12 meses que tenemos por delante.



El primero de nuestra lista, y no por ello más ni menos importante, es la tercera entrega de la saga Episodios de una guerra interminable de la gran Almudena Grandes. Después de las exquisitas novelas Inés y la alegría y El lector de Julio Verne, Tusquets Editores nos trae Las tres bodas de Manolita. Esta tercera parte del ambicioso proyecto a seis bandas que acomete la autora está ambientada en el Madrid de la postguerra y ocupará toda la década de los 40. La propia autora, en el plan del proyecto que nos ofrece en las primeras páginas de cada obra, nos detalla grosso modo las líneas generales de la historia: «El cura de Porlier, el Patronato de Redención de Penas y el nacimiento de la resistencia clandestina contra el franquismo». Todo esto y más encontraremos entre sus páginas. ¿Quieren descubrir quién es Manolita? ¡Serán las bodas del año y están invitad@s al banquete!


Después de cuatro años de silencio literario, la escritora coruñesa Rosa Aneiros Díaz reaparecía a finales de 2013 con un nuevo proyecto editorial: la trilogía Ámote Leo A. Destino xalundes es el primer volumen. Podríamos calificarlo como narrativa juvenil de viajes pero eso sería quedarnos cortos. La segunda parte tiene prevista su salida en febrero de este mismo año según ha informado Edicións Xerais de Galicia en su página web. Esta segunda travesía, o más bien continuación de la anterior, lleva por título Estación tránsito y en ella la autora de Sol de Inverno nos sumergirá en un viaje alrededor del mundo de la mano de su protagonista Leo. Esperamos continuar el viaje donde lo dejamos, en Estambul, y que el misterio de las pintadas que acompañan los pasos de la joven en su periplo se vaya desvelando poco a poco. ¿Quién será el enigmático compañero de viaje inesperado que hace su aparición en las últimas páginas del primer volumen? La respuesta, en febrero…


Ya tuvimos que armarnos de paciencia para la aparición de la segunda parte, y nos consta que muchos lectores se han quedado sin uñas esperando esta tercera pero se rumorea que dentro de poco es posible que lo tengamos disponible. Eso sí, para la traducción quizás haya que esperar un poquito más. Solo son rumores sin fundamento, no hay fecha oficial de publicación, pero no por ello es menos esperado. Estamos hablando de la tercera y última entrega de la historia de Kvothe, Crónica del asesino de reyes, del aclamado escritor de Wisconsin Patrick Rothfuss. La esperada novela de fantasía que recogerá los acontecimientos del tercer día de la vida de Kvothe llevará por título The Doors of Stone y culminará la tan laureada saga. También sabemos por unas declaraciones con motivo de su visita a España en noviembre de 2013 que está planeando escribir alguna novela corta sobre dos de los personajes que aparecen en la trilogía del asesino de reyes, Auri y Bast. Así que, a seguir esperando. Aquí les dejamos una de las entrevistas con el autor.




Y siguiendo con el género fantástico, uno de fantasía épica también muy esperado: el sexto libro de la saga Canción de hielo y fuego del escritor George R. R. Martin. Después de Danza de dragones y con los Sietes Reinos convertidos en todo un polvorín, la espera por el siguiente volumen de la saga se nos hace eterna. ¿Será por fin 2014 el año en el que verá la luz el sexto libro? Según se comenta el título provisional de la nueva novela será The Winds of Winter, pero ya se sabe que George se lo toma con calma… Mientras tanto, apaciguemos nuestra ansiada espera con la serie homónima producida por la HBO y que culminó su tercera temporada con la sorprendente Boda Roja.



Tal y como viene siendo habitual en los dos volúmenes anteriores, el 2 de octubre de 2014 será la fecha de salida del tercer volumen de la trilogía Troisième humanité del escritor francés de la ciudad rosa Bernard Werber (esperamos). ¿Quieren saber como acaba la aventura de estos microhumanos del futuro? En octubre podremos disfrutar de la culminación de la obra de este escritor y sorprendente visionario.



¿Les gustó Memorias de Idhun? Si quieren conocer más acerca del mundo de los seis astros (tres lunas y tres soles), las costumbres de los idhunitas y los seres que pueblan este fantástico mundo van a tener la oportunidad de hacerlo este año. La creadora de este mundo fantástico, Laura Gallego, nos ofrecerá una enciclopedia con nueva información dónde nos descubrirá todos los secretos de Idhún. Un regalo para todo idhunita que se precie.


Después de La canción secreta del mundo, el escritor de El ciclo de la Luna Roja, JoséAntonio Cotrina, nos sorprendía con el anuncio en su cuenta de twitter sobre la publicación de una obra “a cuatro manos”, escrito en colaboración con la escritora Gabriella Campbell y que saldrá en marzo de este año. Una historia de ciencia ficción, una «distopía onírica apocalíptica donde la importancia de los sueños es capital» según afirma Cotrina. Esta obra llevará por título El fin de los sueños y la editorial Plataforma Neo será la encargada de su publicación.

jueves, 2 de enero de 2014

Somos palabras


En estos tiempos oscuros, donde la libertad corre de la mano de la justicia en un país proxeneta que las explota hasta protituir por completo su significado, queremos abrir este espacio como un altar pagano de redención. Un ágora virtual en cuyo centro queremos enarbolar la bandera de la palabra en todas sus representaciones. Porque, al fin y al cabo, somos palabras.
Desde antes de nacer la palabra ya está latente en nosotros, somos porque otros nos nombran. Nacemos al lenguaje, es decir, nacemos al deseo de otro que pone palabras en nuestros gritos, en nuestros silencios, en nuestros gestos, nos traducen y nos convierten en palabra. Y a nuestro alrededor todo habla, el mundo existe porque podemos nombrarlo. Así pues, podemos afirmar que la existencia pasa por el lenguaje y que vivir es sabérselas hacer con el lenguaje. Sin palabras, el mundo carece de conciencia y sin palabras caemos en la indefensión. Porque la palabra es poder. Las palabras pueden hacer prender el fuego en la mente de los hombres, la palabra mata, hiere y te deja frío. Hubo guerras provocadas por palabras de más e historias de amor que no fueron por palabras de menos. La palabra manipula, da esperanza, esclaviza e incluso emociona. Ha sido perseguida, quemada, olvidada y usada como arma. La clandestinidad le pertenece, y también el silencio, ese lugar que no existe y que nos es negado puesto que los pilares que lo sostiene son las palabras.
Pero la palabra por sí sola no significa nada, necesita de actores que le insuflen vida, demiurgos que completen su existencia, combinadores que la transformen en literatura, ensayo, teatro, poesía, y ávidos letrofilófagos que la hagan existir. Y ahí es donde estamos nosotros, amantes de las palabras y voraces verdugos. Amamos todas y cada una de sus combinaciones y representaciones en igual medida que las devoramos. Saboreamos su sonido, degustamos su representación y devoramos su alma al igual que una mantis religiosa ya saciada devora la cabeza del cándido amante. Pero no somos dados a la bulimia y no amamos la palabra por la palabra, amamos la palabra por lo que somos en ella y por lo que es capaz de lograr. Amamos la palabra porque nos hace libres, porque es el material con el que construimos nuestros sueños y con el que fabricamos la eternidad. Como bien refleja Daniel Pennac en su novela Comme un roman, «el hombre escribe porque se sabe mortal» y en la palabra haya lo eterno.
Nosotros no somos tan ambiciosos, además, hoy en día la eternidad está sobrevalorada, como tantas otras palabras que no deberían ser usadas para no acabar prostituyéndolas. Lo que pretendemos es crear un mar de ideas, de opiniones libres y sensaciones en el que levar anclas, desplegar velas y navegar llevados por los vientos de otras letras. Un espacio de análisis crítico sobre aquellas letras que nos han emocionado, sublevado, sorprendido, en definitiva, que nos han hecho vivir. Así pues, aquí comienza la travesía de nuestra nave. Observen bien la proa, bien se diría que al igual que Argo, ha sido dotada con el don del habla. Avancemos pues, la segunda estrella a la derecha y todo recto hasta el amanecer. Y que los sueños nos sean favorables.